Analizando su gallo despues del combate
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Analizando su gallo despues del combate
Todo esto es muy importante, la misma evaluación debe ser hecha con su adversario.-
Si su gallo alcanzó un rotundo éxito en el reñidero y Ud. quedó eufórico por la victoria, no se quede con eso.
En primer lugar, haga un juzgamiento imparcial de la lucha, analizando, no solamente el desempeño de su pupilo sino también el de su adversario.
Hágase Ud. mismo las siguientes preguntas: Porqué venció mi gallo? Más espuela? Mejor estilo de lucha? Mejor preparación física? Casta y coraje a toda prueba? Deficiencias de su adversario?.
Todo esto, mas otros elementos forman una sumatoria a la cual Ud. podrá sumarle o disminuirle algunos puntos que permitirán una clasificación desapasionada de su gallo.
No hay duda que en primer lugar está el desempeño de su pupilo. Acertó bien con las espuelas? Es rápido para golpear? Es rebatidor? Posee buen estilo de lucha? Asimila bien los golpes de su adversario? Tiene cualidades para “rematar” cualquier combate? La resistencia, es buena? Estaba bien entrenado? etc. etc.?
Todo esto es muy importante, la misma evaluación debe ser hecha con su adversario. Recordemos que la forma de combatir de un gallo es absolutamente instintiva y muchas veces riñendo con un oponente inferior, pero que no le da chances de aplicar su habitual sistema de lucha, se perturba y se subordina al accionar de su adversario. Mientras tanto, ese mismo gallo, combatiendo con otros rivales, puede exhibir cualidades que lo identifican como un auténtico campeón emplumado.
Generalmente el espectador no aprecia la lucha entre dos gallos peleadores, la encuentra monótona y aburrida, ya que generalmente terminan en tablas. Estos gallos pueden ser calificados como inferiores, algo que no se justifica, puesto que pueden estar dotados de buena puntería y en la primera oportunidad sorprenden al adversario con un “toque” dejándolos nocaut. Cuántos buenos gallos quedaron en la lona al enfrentar a algunos de estos animales. Sin duda ocurre algo semejante cuando un boxeador de buena técnica cae fulminado por el golpe de un “pegador”.
Cuando se enfrentan dos gallos “frenteros” se produce gran agitación en la platea, por el sostenido intercambio de golpes, generalmente se convierte en una lucha dura y cruel para ambos, estos gallos, generalmente carecen de recursos, se posicionan uno frente al otro y dan y reciben golpes sin preocuparse.
Es una lucha donde el favoritismo muda de lado varias veces, tornándose imprevisible su final.
Hay un tipo de gallo frentero sumamente eficaz y peligroso, que generalmente complica a su antagonista. Es aquel que lucha retrocediendo, tirando sin morder, no dándole chances de golpear a su rival. Estos gallos cuando tienen buena espuela, invariablemente ganan la riña.
Los gallos que combaten utilizando magníficos sistemas de ataque y defensa, empujando y usando el pescuezo para resguardarse y al mismo tiempo atacar a su oponente, generalmente poseen sangre Shamo, su táctica reside en no dar distancia a su rival, tal cual lo hacen los pugilistas. Como dije anteriormente no es un sistema espectacular que agrade a los espectadores, sin embargo es una estrategia útil, tanto para resguardarse, como para descargar golpes contundentes al otro luchador. El uso del pescuezo en forma erecta proporciona a los combatientes la posibilidad de mantener al adversario bajo su dominio, estos gallos “vigilantes” quedarán resguardados de las arremetidas de su rival ya que no les dará opciones satisfactorias para morder con facilidad, si fuera “empujador”, mejor todavía. Muchos pelean de “canga” y en esa posición una patada puede ser fatal. Hay gallos que no aceptan la lucha de “canga”, este tipo de gallos ya no es tan común como otrora. Hoy se procura un gallo rápido, rebatidor, que tire sin morder y golpee desde cualquier posición. Hay quienes gustan del gallo “cabeceador” y mejor todavía los que mueven el pescuezo sacándose la mordida de su rival, no dándole la posibilidad de afirmar su golpe. Estos gallos precisan ser muy eficientes con las espuelas para ganar rápido. Pues, generalmente después del segundo refresco van mermando, en el caso de esa táctica y pasan a ser dominados por su oponente.
Los gallos que golpean en el cuerpo pueden ser considerados de gran categoría. Los oponentes que reciben estos golpes comienzan a sentir sus efectos después del segundo refresco, van perdiendo agresividad y paulatinamente dejan de tirar sus golpes y su derrota es fácil de prever, estos gallos que golpean en el cuerpo son conocidos como “barrigueiros”, cuando enfrentan a un adversario de porte erecto y pecho levantado hacen un estrago tremendo.
Otra característica muy positiva puede ser observada en los llamados gallos “picadores”, estos gallos cortan con su pico la cara del adversario, apresando la parte superior del pico de su rival, lastimando sus cantos y dificultándole el uso del mismo. Como se sabe, hay gallos que sienten pavor a esas embestidas, retroceden y disminuyen el ritmo de sus patadas y comienzan a tener dificultades para morder. He visto muchos buenos gallos sucumbir ante rivales inferiores pero que tenían el recurso de martirizar al adversario con su boca. El pico es una parte muy vulnerable y demasiado importante, gallo golpeado en el pico no puede apresar y consecuentemente no golpea y se convierte en fácil presa de su adversario.
Analizando el gallo “salidor”, aquel que utiliza como táctica abandonar a su adversario, ensayando salidas como si fuese a rehuir la lucha, sin embargo la retoma con mucha disposición, debo aclarar que después de observarlos por muchos años, confieso que no me agradan. Son gallos de mucha resistencia pero que adoptan una posición de combate que los hace extremadamente vulnerables, su cabeza queda expuesta a los golpes de su rival. Además, con esas salidas pierden mucho tiempo y a medida que pasa la riña y se va reduciendo el tiempo de combate, este estilo no ayuda para nada. Hay adversarios que no persiguen la “salida” se quedan esperando en posición ventajosa para golpearlo con cierta facilidad.
El gallo “salidor” fue muy común hace algunas décadas, tenían chance de sobresalir ya que los combates tenían un tiempo regular de 90 a 180 minutos y ellos poseían pulmón para eso.
Hoy, que se fueron reduciendo los tiempos de combate y se fueron afinando la punta de las espuelas, creo que las posibilidades de éxito de este estilo de combate, son escasas, si bien es cierto que de tanto en tanto, alguno puede sobresalir, pero esto sucede en cualquier categoría de gallos. Antiguamente, era común el gallo que giraba con la cabeza gacha alrededor de su rival, cuando se juntaban dos gallos de esas características la lucha se tornaba monótona y deslucida. El antiguo gallo brasilero tenía esa deficiencia, por supuesto que no todo, eso variaba de criador a criador. Hoy, esos gallos podrían ser calificados de “suicidas”, pues de la forma que exponían sus cabezas, como lo hacían, serían fácil presa de su antagonista.
Lo expuesto sirve como una sucinta evaluación de cómo y cuán diferentes estilos de gallos utilizaban en sus combates, a estas observaciones se le pueden agregar muchas otras que se ponen en evidencia sobre el tapete.
Quien observa y analiza gallos de riña, no puede dejar pasar otros detalles, porque si no consideramos ciertos puntos negativos, estaremos obviando detalles que nos conducirán a resultados inconducentes.
Inicialmente, debemos tener en cuenta dos puntos importantes, el estado físico y mental del animal, en ambos la carga de su bagaje genético es de gran importancia, pues el conocimiento de los padres, abuelos y bisabuelos, nos da una mayor confianza a la hora de hacer un juicioso análisis de nuestro pupilo.
Las cualidades y defectos de sus ascendientes nos da una mayor seguridad a la hora de elegir cuáles deben ser sacrificados o conservados, esta tarea nos exige redoblar nuestra atención para lograr el éxito al final de la meta.
Muchos gallos que se mostraron victoriosos varias veces en los reñideros, no aprobaron como reproductores. Les faltó origen y capacidad de transmitir las excelentes cualidades que mostraron en la valla.
Gallo bueno ... existen pocos, esa es la gran verdad. La mediocridad predomina, es extremadamente numeroso el contingente de gallos regulares. Como la meta de este escrito es el análisis simple y específico del animal, vamos a dejar de lado un examen mas profundo de la heredabilidad y tomaremos en cuenta los requisitos mas inmediatos que pueden definir lo que será el gallo en el ruedo, después de un necesario trato.
En la parte física, la estructura o sea es muy importante, huesos bien calcificados son menos propensos a fracturas, principalmente en las alas, los del pescuezo deben ser redondeados y de buen tamaño. Huesos pequeños y puntiagudos en el pescuezo indican animal frágil o con problemas de salud en los primeros meses de su vida, puede ser también una deficiencia genética. Cuando se fractura un ala en la lucha, debido a un golpe de su oponente, generalmente ocurre en el húmero, un hueso alargado que partiendo del hombro se une al radio y al cubito, que a su vez se unen al carpo, metacarpo y falanges, usualmente llamados punta de ala. Con los actuales reglamentos para definir las luchas, la quebradura de un ala implica la suspensión del combate, medida acertada, ya que la preservación del gallo debe ser encarada desde diferentes aspectos. Los tarsos de nuestras aves deben, igualmente merecer nuestra especial atención, una sólida estructura ósea indica robustez y vigor, su color no nos debe preocupar si el linaje es uniforme y característico en determinada coloración.
Estos, son apenas esclarecimientos, ya que se debe observar la postura del animal, de pie a cabeza. Nada de pecho bajo, casi horizontal, como las razas comunes de consumo. Un tipo normolíneo, bien definido, con el cuerpo bien levantado es lo ideal, tarsos y pescuezo corto no son recomendables para nuestro sistema de lucha.
La desigualdad en tamaño entre los tarsos y el pescuezo, esto es, tarsos alargados y pescuezo corto o viceversa es un punto negativo. En el emparejamiento de los gallos, por ejemplo, este tipo de animal queda en desventaja, y muchas veces genera polémica, pues los hombros bajos dan siempre la impresión de que su estatura fuera menor.
Buen plumaje indica ave con salud y bien alimentada. Muchos gallistas dejan que sus gallos completen la muda de plumas en un lugar húmedo y oscuro, lo que es un error. Los gallos necesitan de su habitual exposición al sol, en cualquier estación, caso contrario, la pluma se tornará quebradiza y en los primeros cotejos es común que se les caigan las plumas largas de las alas. Estas plumas, se denominan primarias y secundarias separadas en el medio por una pluma menor que en la primera muda se acerca al tamaño de las demás. Un gallo de alas grandes, bien emplumadas, invariablemente posee mayor propulsión del cuerpo que uno de alas y plumas menores. En oriente, para los criadores de aves combatientes es un detalle que se tiene en consideración, las razones son muy lógicas. Los mejores linajes de Asiles poseen alas largas y poderosas, capaces de levantar su compacto y musculoso cuerpo con una sorprendente rapidez, lo que hace que sus golpes tengan una inusual potencia. Ese movimiento continuo de las alas requiere de las aves, sobre todo cuando combaten, no solo gran capacidad muscular sino un excelente pulmón para acompañar dichos movimientos. Buen pulmón indica buena resistencia, esto puede ser conseguido a medida que los entrenamientos se van sucediendo. Sin embargo hay animales aparentemente bien entrenados que presentan deficiencias en su respiración, a medida que avanza el combate comienzan a tener problemas de respiración, quedan exhaustos y pierden fuerza a medida que el combate se alarga. En estos casos la fatiga puede estar ligada a un exceso de entrenamiento, deficiencias orgánicas, dolencias o cuestiones hereditarias. Un buen analista de gallos logrará identificar el origen de tales deficiencias.
Evaluada la parte física, que la capacidad del tratador podrá enriquecer con su experiencia y dedicación, pasaremos a analizar las aptitudes mentales, que sumadas a las físicas, en el contexto de la preparación del gallo poseen una indudable importancia.
Está fuera de toda duda que el acierto en el uso de las espuelas es la virtud mas deseada por los gallistas y criadores.
Gallo que acierta con las espuelas es gallo de respeto.
El acierto en el uso de las “armas” está por encima del sistema o método de lucha. Sin embargo hemos visto gallos de excelente espuela ser anulados por el sistema de lucha de su oponente. Conviene diferenciar a los gallos que pegan con los laterales de sus espuelas y otros que atinan con la punta, éstos son de mejor categoría y son capaces de resolver cualquier combate en corto lapso de tiempo.
En general, al público no le gusta ver a dos gallos eximios luchadores, los encuentra lentos, casi no tiran, la disputa se vuelve monótona y aburrida. Cuando se encuentran dos gallos que no tienen demasiados recursos para la lucha, la riña se da palo a palo, donde lo imprevisto, la posibilidad de un “toque”, mantiene a la asistencia vibrante, enfervorizada como si se tratara de dos luchadores extraordinarios. Esa manera de avaluar los gallos es errónea, puede satisfacer al apostador pero nunca al criador experimentado.
El gallo que da un “toque” no siempre es el de mejor espuela, Hay animales que tienen cierta particularidad, golpean en lugares muy sensibles, junto a los oídos y en la nuca, donde las consecuencias son inmediatas, el oponente va al piso y generalmente no se recupera. Hace cincuenta años predominaban gallos de origen indiano (Malayos, Asiles, Calcutas) en algunos lugares eran llamadas “chinas”. Esos animales generalmente frenteros, tenían una fuerza tremenda y poseían gran casta para dar y recibir, luchaban con espuelas de acero sin punta (romboides) y mas del ochenta por ciento de las luchas finalizaban en tabla.
Con la introducción de la sangre del Shamo japonés, el antiguo gallo de origen indiano fue desapareciendo debido a los cruzamientos con el japonés.
Hoy, el llamado gallo nacional, es un gallo con sangre Shamo mayoritariamente. La introducción de la sangre Shamo se debe a que el japonés, mucho mas peleador, dominaba facilmente al de origen indiano, su método de combatir, con el pescuezo erecto, empujando y no dando distancia a su adversario, lo convirtieron en el combatiente ideal para los cruzamientos.
Los galleros no tenían confianza en su casta, por lo que consideraron que un producto media sangre Shamo con las “razas” duras existentes originarían un tipo de combatiente ideal. En algunos casos esto aconteció, mas la heredabilidad es un tema muy complejo, las variaciones se acumularon, produciendo una profusión de gallos que combatían en los más diversos estilos.
Dejando esto de lado, vamos a confiar en el ojo clínico del tratador, que antes de emprender el camino hacia una meta definida, se deberá basar en los siguientes items para escoger a sus pupilos:
a) Capacidad de herir.
b) Estilo de lucha.
c) Rapidez para golpear.
d) Constitución física.
e) Raza o casta.
f) Disposición para el combate.
La capacidad de herir de un gallo combatiente representa su aptitud para ganar, un buen gallo tiene que ser heridor y rápido para golpear, es mucho más difícil acertarcon las espuelas a un gallo empujador y de gran defensa que a un gallo frentero que da chance y espacio para golpear. No nos debemos engañar con los gallos que tiran golpes apurados y desordenados pero que no aciertan con la espuela. Con ruido de alas no se gana una riña. No tiene nada de práctico, en términos gallísticos, tener muy buena boca si no se acierta con las espuelas.
El estilo de pelea de un gallo debe ser muy bien analizado por el tratador, y esto puede ser bien definido después de verlo topar con gallos de diferentes formas de combatir, veremos cómo se comporta; si domina a todos con su método de luchar, si lo modifica para poder dominar a su rival o si el estilo de algún rival lo desorienta y es dominado hasta caer vencido. Hay un dicho gallístico muy sabido que dice “un gallo de combate es, lo que su rival lo deja ser”. Sin duda esto es normal, pero también muy relativo. Cuando un gallo pega con las espuelas y sabe aprovechar las oportunidades “era una vez un adversario”.
Cuántas veces hemos visto un gallo en pleno dominio de la lucha, recibir inesperadamente un “toque” y perder la contienda? Suerte? Oportunismo? Eficiencia? Son puntos en discusión pero que no invalidan el triunfo del adversario.
La buena técnica de lucha se puede perpetuar generaciones tras generaciones y hasta se puede perfeccionar si sabemos conducir su linaje, manteniendo los cruzamientos dentro de una misma línea, del mismo modo se pueden deteriorar si nos equivocamos en los cruzamientos. Hay criadores que se apegan a determinados cruces y no se dan cuenta de que ellos no responden a lo esperado, dificilmente admiten su fracaso y destacan supuestas cualidades en sus descendientes que en realidad, no existen, cuesta reconocer que nos equivocamos al depositar en forma ilimitada la confianza en nuestros reproductores. Solamente con el tiempo y a medida que los fracasos se van sucediendo, irán tomando conciencia de su realidad, Lo opuesto también puede acontecer. ¿Cuántos animales de gran calidad no fueron destinados a la reproducción por equivocarse a la hora de evaluar sus cualidades? Debemos dar varias chances a nuestros pupilos para evitar el error de una evaluación apresurada. Espíritu desapasionado, observación consiente y minuciosa son virtudes que no le deberán faltar a cualquier analista de gallos.
En cuanto a la constitución física, es mucho lo que dijimos anteriormente, si bien es cierto existen formas muy definidas de armonías que distinguen a un campeón a primera vista, para un buen “experto” eso no pasará desapercibido.
Sobre el concepto de “raza” o “clase” requisito muy cultivado en el pasado, cuando nuestros gallos traían en sus venas preponderantemente sangre indiana, mucho podrá ser dicho o exaltado. Ponderan los viejos gallistas que no existen más gallos finos como los antiguos indianos, sin embargo, no es tan así, aunque pocos, todavía existen gallos de casta poco común.
La premisa “donde hay pua no hay raza” y “donde hay raza no hay pua” ya perdió sustancia, pues donde hay espuela el gallo no llega a mostrar su raza, perder una riña no desacredita a nadie y muchos gallos pierden por nocaut técnico, sin piar, sin huir y en muchos casos con casta para proseguir la lucha, solo que las condiciones físicas no se lo permiten.
Con la llegada del Shamo japonés y la selección de gallos más veloces y heridores, la cuestión raza dejó de poseer la importancia que disfrutaba hace algunas décadas, ayudando a eso la reducción de los tiempos de combate.
Asimismo, un gallo de clase debe poseer otras aptitudes innatas de los auténticos campeones, como ser una inquebrantable voluntad de vencer, virtud muy apreciada por los gallistas veteranos y experimentados. Un gallo de fibra, jamás se rendirá sin reaccionar. Puede sufrir reveses momentáneos, mas los superará y pasará a ganar una lucha considerada aparentemente perdida. Tampoco dudará cuando su adversario Esté batido y rematará la riña con gran decisión, evitando mucha sveces la frustración de entablar una riña que parecía ganada.
Un gallo de riña sabe cómo luchar, nadie se lo va a enseñar, su instinto se encargará de eso. Del mismo modo, su resistencia, su disposición a la lucha, sus reacciones temperamentales, son innatas y espontaneas, son cosas que tampoco va a cambiar.
Apenas, con una buena preparación física esas cosas podrán ser perfeccionadas.
Es como un atleta, que con su entrenamiento busca llevar al máximo sus aptitudes físicas y mentales. De la misma manera su peso puede y debe ser controlado para evitar gorduras o exceso de delgadez.
Lo que debemos tener en mente es que durante una lucha existe una extraordinaria tensión en los sistemas musculares y nerviosos del ave. Esa tensión precede a un rápido y creciente embravecimiento del animal, que con el desarrollo de la disputa puede crecer o disminuir de acuerdo con su capacidad física, mental y orgánica. Todos estos puntos deben ser evaluados desapasionadamente, lo mismo que los cruzamientos tendrán que haber sido cuidadosamente planeados para poder depositar en ellos nuestra mayor confianza. No nos debemos de olvidar de que la plenitud muscular, la salud y vivacidad natural del animal constituye lo que llamamos el vigor físico y representa la fuente de toda su resistencia y fuerza, actuando al lado de su capacidad mental. Está claro que cuando semejantes cualidades son heredadas, pueden ser mejoradas, dándole al combatiente la oportunidad de gozar de los mejores métodos para alcanzar el máximo de rendimiento de sus atribvutos físicos y de su capacidad mental.
En conclusión, en el análisis de un gallo se deberán considerar todos estos detalles, que sumados a los que el analista ve y observa, le permitirán un correcto y criterioso juzgamiento de los animales, tanto del lado de sus performances, como por el lado genético. Lo cierto es que nadie podrá afirmar con seguridad “lo que un individuo será”, mas si “lo que podrá ser” utilizando lo pautado en procura de lo mejor en todos los sentidos.-
Si su gallo alcanzó un rotundo éxito en el reñidero y Ud. quedó eufórico por la victoria, no se quede con eso.
En primer lugar, haga un juzgamiento imparcial de la lucha, analizando, no solamente el desempeño de su pupilo sino también el de su adversario.
Hágase Ud. mismo las siguientes preguntas: Porqué venció mi gallo? Más espuela? Mejor estilo de lucha? Mejor preparación física? Casta y coraje a toda prueba? Deficiencias de su adversario?.
Todo esto, mas otros elementos forman una sumatoria a la cual Ud. podrá sumarle o disminuirle algunos puntos que permitirán una clasificación desapasionada de su gallo.
No hay duda que en primer lugar está el desempeño de su pupilo. Acertó bien con las espuelas? Es rápido para golpear? Es rebatidor? Posee buen estilo de lucha? Asimila bien los golpes de su adversario? Tiene cualidades para “rematar” cualquier combate? La resistencia, es buena? Estaba bien entrenado? etc. etc.?
Todo esto es muy importante, la misma evaluación debe ser hecha con su adversario. Recordemos que la forma de combatir de un gallo es absolutamente instintiva y muchas veces riñendo con un oponente inferior, pero que no le da chances de aplicar su habitual sistema de lucha, se perturba y se subordina al accionar de su adversario. Mientras tanto, ese mismo gallo, combatiendo con otros rivales, puede exhibir cualidades que lo identifican como un auténtico campeón emplumado.
Generalmente el espectador no aprecia la lucha entre dos gallos peleadores, la encuentra monótona y aburrida, ya que generalmente terminan en tablas. Estos gallos pueden ser calificados como inferiores, algo que no se justifica, puesto que pueden estar dotados de buena puntería y en la primera oportunidad sorprenden al adversario con un “toque” dejándolos nocaut. Cuántos buenos gallos quedaron en la lona al enfrentar a algunos de estos animales. Sin duda ocurre algo semejante cuando un boxeador de buena técnica cae fulminado por el golpe de un “pegador”.
Cuando se enfrentan dos gallos “frenteros” se produce gran agitación en la platea, por el sostenido intercambio de golpes, generalmente se convierte en una lucha dura y cruel para ambos, estos gallos, generalmente carecen de recursos, se posicionan uno frente al otro y dan y reciben golpes sin preocuparse.
Es una lucha donde el favoritismo muda de lado varias veces, tornándose imprevisible su final.
Hay un tipo de gallo frentero sumamente eficaz y peligroso, que generalmente complica a su antagonista. Es aquel que lucha retrocediendo, tirando sin morder, no dándole chances de golpear a su rival. Estos gallos cuando tienen buena espuela, invariablemente ganan la riña.
Los gallos que combaten utilizando magníficos sistemas de ataque y defensa, empujando y usando el pescuezo para resguardarse y al mismo tiempo atacar a su oponente, generalmente poseen sangre Shamo, su táctica reside en no dar distancia a su rival, tal cual lo hacen los pugilistas. Como dije anteriormente no es un sistema espectacular que agrade a los espectadores, sin embargo es una estrategia útil, tanto para resguardarse, como para descargar golpes contundentes al otro luchador. El uso del pescuezo en forma erecta proporciona a los combatientes la posibilidad de mantener al adversario bajo su dominio, estos gallos “vigilantes” quedarán resguardados de las arremetidas de su rival ya que no les dará opciones satisfactorias para morder con facilidad, si fuera “empujador”, mejor todavía. Muchos pelean de “canga” y en esa posición una patada puede ser fatal. Hay gallos que no aceptan la lucha de “canga”, este tipo de gallos ya no es tan común como otrora. Hoy se procura un gallo rápido, rebatidor, que tire sin morder y golpee desde cualquier posición. Hay quienes gustan del gallo “cabeceador” y mejor todavía los que mueven el pescuezo sacándose la mordida de su rival, no dándole la posibilidad de afirmar su golpe. Estos gallos precisan ser muy eficientes con las espuelas para ganar rápido. Pues, generalmente después del segundo refresco van mermando, en el caso de esa táctica y pasan a ser dominados por su oponente.
Los gallos que golpean en el cuerpo pueden ser considerados de gran categoría. Los oponentes que reciben estos golpes comienzan a sentir sus efectos después del segundo refresco, van perdiendo agresividad y paulatinamente dejan de tirar sus golpes y su derrota es fácil de prever, estos gallos que golpean en el cuerpo son conocidos como “barrigueiros”, cuando enfrentan a un adversario de porte erecto y pecho levantado hacen un estrago tremendo.
Otra característica muy positiva puede ser observada en los llamados gallos “picadores”, estos gallos cortan con su pico la cara del adversario, apresando la parte superior del pico de su rival, lastimando sus cantos y dificultándole el uso del mismo. Como se sabe, hay gallos que sienten pavor a esas embestidas, retroceden y disminuyen el ritmo de sus patadas y comienzan a tener dificultades para morder. He visto muchos buenos gallos sucumbir ante rivales inferiores pero que tenían el recurso de martirizar al adversario con su boca. El pico es una parte muy vulnerable y demasiado importante, gallo golpeado en el pico no puede apresar y consecuentemente no golpea y se convierte en fácil presa de su adversario.
Analizando el gallo “salidor”, aquel que utiliza como táctica abandonar a su adversario, ensayando salidas como si fuese a rehuir la lucha, sin embargo la retoma con mucha disposición, debo aclarar que después de observarlos por muchos años, confieso que no me agradan. Son gallos de mucha resistencia pero que adoptan una posición de combate que los hace extremadamente vulnerables, su cabeza queda expuesta a los golpes de su rival. Además, con esas salidas pierden mucho tiempo y a medida que pasa la riña y se va reduciendo el tiempo de combate, este estilo no ayuda para nada. Hay adversarios que no persiguen la “salida” se quedan esperando en posición ventajosa para golpearlo con cierta facilidad.
El gallo “salidor” fue muy común hace algunas décadas, tenían chance de sobresalir ya que los combates tenían un tiempo regular de 90 a 180 minutos y ellos poseían pulmón para eso.
Hoy, que se fueron reduciendo los tiempos de combate y se fueron afinando la punta de las espuelas, creo que las posibilidades de éxito de este estilo de combate, son escasas, si bien es cierto que de tanto en tanto, alguno puede sobresalir, pero esto sucede en cualquier categoría de gallos. Antiguamente, era común el gallo que giraba con la cabeza gacha alrededor de su rival, cuando se juntaban dos gallos de esas características la lucha se tornaba monótona y deslucida. El antiguo gallo brasilero tenía esa deficiencia, por supuesto que no todo, eso variaba de criador a criador. Hoy, esos gallos podrían ser calificados de “suicidas”, pues de la forma que exponían sus cabezas, como lo hacían, serían fácil presa de su antagonista.
Lo expuesto sirve como una sucinta evaluación de cómo y cuán diferentes estilos de gallos utilizaban en sus combates, a estas observaciones se le pueden agregar muchas otras que se ponen en evidencia sobre el tapete.
Quien observa y analiza gallos de riña, no puede dejar pasar otros detalles, porque si no consideramos ciertos puntos negativos, estaremos obviando detalles que nos conducirán a resultados inconducentes.
Inicialmente, debemos tener en cuenta dos puntos importantes, el estado físico y mental del animal, en ambos la carga de su bagaje genético es de gran importancia, pues el conocimiento de los padres, abuelos y bisabuelos, nos da una mayor confianza a la hora de hacer un juicioso análisis de nuestro pupilo.
Las cualidades y defectos de sus ascendientes nos da una mayor seguridad a la hora de elegir cuáles deben ser sacrificados o conservados, esta tarea nos exige redoblar nuestra atención para lograr el éxito al final de la meta.
Muchos gallos que se mostraron victoriosos varias veces en los reñideros, no aprobaron como reproductores. Les faltó origen y capacidad de transmitir las excelentes cualidades que mostraron en la valla.
Gallo bueno ... existen pocos, esa es la gran verdad. La mediocridad predomina, es extremadamente numeroso el contingente de gallos regulares. Como la meta de este escrito es el análisis simple y específico del animal, vamos a dejar de lado un examen mas profundo de la heredabilidad y tomaremos en cuenta los requisitos mas inmediatos que pueden definir lo que será el gallo en el ruedo, después de un necesario trato.
En la parte física, la estructura o sea es muy importante, huesos bien calcificados son menos propensos a fracturas, principalmente en las alas, los del pescuezo deben ser redondeados y de buen tamaño. Huesos pequeños y puntiagudos en el pescuezo indican animal frágil o con problemas de salud en los primeros meses de su vida, puede ser también una deficiencia genética. Cuando se fractura un ala en la lucha, debido a un golpe de su oponente, generalmente ocurre en el húmero, un hueso alargado que partiendo del hombro se une al radio y al cubito, que a su vez se unen al carpo, metacarpo y falanges, usualmente llamados punta de ala. Con los actuales reglamentos para definir las luchas, la quebradura de un ala implica la suspensión del combate, medida acertada, ya que la preservación del gallo debe ser encarada desde diferentes aspectos. Los tarsos de nuestras aves deben, igualmente merecer nuestra especial atención, una sólida estructura ósea indica robustez y vigor, su color no nos debe preocupar si el linaje es uniforme y característico en determinada coloración.
Estos, son apenas esclarecimientos, ya que se debe observar la postura del animal, de pie a cabeza. Nada de pecho bajo, casi horizontal, como las razas comunes de consumo. Un tipo normolíneo, bien definido, con el cuerpo bien levantado es lo ideal, tarsos y pescuezo corto no son recomendables para nuestro sistema de lucha.
La desigualdad en tamaño entre los tarsos y el pescuezo, esto es, tarsos alargados y pescuezo corto o viceversa es un punto negativo. En el emparejamiento de los gallos, por ejemplo, este tipo de animal queda en desventaja, y muchas veces genera polémica, pues los hombros bajos dan siempre la impresión de que su estatura fuera menor.
Buen plumaje indica ave con salud y bien alimentada. Muchos gallistas dejan que sus gallos completen la muda de plumas en un lugar húmedo y oscuro, lo que es un error. Los gallos necesitan de su habitual exposición al sol, en cualquier estación, caso contrario, la pluma se tornará quebradiza y en los primeros cotejos es común que se les caigan las plumas largas de las alas. Estas plumas, se denominan primarias y secundarias separadas en el medio por una pluma menor que en la primera muda se acerca al tamaño de las demás. Un gallo de alas grandes, bien emplumadas, invariablemente posee mayor propulsión del cuerpo que uno de alas y plumas menores. En oriente, para los criadores de aves combatientes es un detalle que se tiene en consideración, las razones son muy lógicas. Los mejores linajes de Asiles poseen alas largas y poderosas, capaces de levantar su compacto y musculoso cuerpo con una sorprendente rapidez, lo que hace que sus golpes tengan una inusual potencia. Ese movimiento continuo de las alas requiere de las aves, sobre todo cuando combaten, no solo gran capacidad muscular sino un excelente pulmón para acompañar dichos movimientos. Buen pulmón indica buena resistencia, esto puede ser conseguido a medida que los entrenamientos se van sucediendo. Sin embargo hay animales aparentemente bien entrenados que presentan deficiencias en su respiración, a medida que avanza el combate comienzan a tener problemas de respiración, quedan exhaustos y pierden fuerza a medida que el combate se alarga. En estos casos la fatiga puede estar ligada a un exceso de entrenamiento, deficiencias orgánicas, dolencias o cuestiones hereditarias. Un buen analista de gallos logrará identificar el origen de tales deficiencias.
Evaluada la parte física, que la capacidad del tratador podrá enriquecer con su experiencia y dedicación, pasaremos a analizar las aptitudes mentales, que sumadas a las físicas, en el contexto de la preparación del gallo poseen una indudable importancia.
Está fuera de toda duda que el acierto en el uso de las espuelas es la virtud mas deseada por los gallistas y criadores.
Gallo que acierta con las espuelas es gallo de respeto.
El acierto en el uso de las “armas” está por encima del sistema o método de lucha. Sin embargo hemos visto gallos de excelente espuela ser anulados por el sistema de lucha de su oponente. Conviene diferenciar a los gallos que pegan con los laterales de sus espuelas y otros que atinan con la punta, éstos son de mejor categoría y son capaces de resolver cualquier combate en corto lapso de tiempo.
En general, al público no le gusta ver a dos gallos eximios luchadores, los encuentra lentos, casi no tiran, la disputa se vuelve monótona y aburrida. Cuando se encuentran dos gallos que no tienen demasiados recursos para la lucha, la riña se da palo a palo, donde lo imprevisto, la posibilidad de un “toque”, mantiene a la asistencia vibrante, enfervorizada como si se tratara de dos luchadores extraordinarios. Esa manera de avaluar los gallos es errónea, puede satisfacer al apostador pero nunca al criador experimentado.
El gallo que da un “toque” no siempre es el de mejor espuela, Hay animales que tienen cierta particularidad, golpean en lugares muy sensibles, junto a los oídos y en la nuca, donde las consecuencias son inmediatas, el oponente va al piso y generalmente no se recupera. Hace cincuenta años predominaban gallos de origen indiano (Malayos, Asiles, Calcutas) en algunos lugares eran llamadas “chinas”. Esos animales generalmente frenteros, tenían una fuerza tremenda y poseían gran casta para dar y recibir, luchaban con espuelas de acero sin punta (romboides) y mas del ochenta por ciento de las luchas finalizaban en tabla.
Con la introducción de la sangre del Shamo japonés, el antiguo gallo de origen indiano fue desapareciendo debido a los cruzamientos con el japonés.
Hoy, el llamado gallo nacional, es un gallo con sangre Shamo mayoritariamente. La introducción de la sangre Shamo se debe a que el japonés, mucho mas peleador, dominaba facilmente al de origen indiano, su método de combatir, con el pescuezo erecto, empujando y no dando distancia a su adversario, lo convirtieron en el combatiente ideal para los cruzamientos.
Los galleros no tenían confianza en su casta, por lo que consideraron que un producto media sangre Shamo con las “razas” duras existentes originarían un tipo de combatiente ideal. En algunos casos esto aconteció, mas la heredabilidad es un tema muy complejo, las variaciones se acumularon, produciendo una profusión de gallos que combatían en los más diversos estilos.
Dejando esto de lado, vamos a confiar en el ojo clínico del tratador, que antes de emprender el camino hacia una meta definida, se deberá basar en los siguientes items para escoger a sus pupilos:
a) Capacidad de herir.
b) Estilo de lucha.
c) Rapidez para golpear.
d) Constitución física.
e) Raza o casta.
f) Disposición para el combate.
La capacidad de herir de un gallo combatiente representa su aptitud para ganar, un buen gallo tiene que ser heridor y rápido para golpear, es mucho más difícil acertarcon las espuelas a un gallo empujador y de gran defensa que a un gallo frentero que da chance y espacio para golpear. No nos debemos engañar con los gallos que tiran golpes apurados y desordenados pero que no aciertan con la espuela. Con ruido de alas no se gana una riña. No tiene nada de práctico, en términos gallísticos, tener muy buena boca si no se acierta con las espuelas.
El estilo de pelea de un gallo debe ser muy bien analizado por el tratador, y esto puede ser bien definido después de verlo topar con gallos de diferentes formas de combatir, veremos cómo se comporta; si domina a todos con su método de luchar, si lo modifica para poder dominar a su rival o si el estilo de algún rival lo desorienta y es dominado hasta caer vencido. Hay un dicho gallístico muy sabido que dice “un gallo de combate es, lo que su rival lo deja ser”. Sin duda esto es normal, pero también muy relativo. Cuando un gallo pega con las espuelas y sabe aprovechar las oportunidades “era una vez un adversario”.
Cuántas veces hemos visto un gallo en pleno dominio de la lucha, recibir inesperadamente un “toque” y perder la contienda? Suerte? Oportunismo? Eficiencia? Son puntos en discusión pero que no invalidan el triunfo del adversario.
La buena técnica de lucha se puede perpetuar generaciones tras generaciones y hasta se puede perfeccionar si sabemos conducir su linaje, manteniendo los cruzamientos dentro de una misma línea, del mismo modo se pueden deteriorar si nos equivocamos en los cruzamientos. Hay criadores que se apegan a determinados cruces y no se dan cuenta de que ellos no responden a lo esperado, dificilmente admiten su fracaso y destacan supuestas cualidades en sus descendientes que en realidad, no existen, cuesta reconocer que nos equivocamos al depositar en forma ilimitada la confianza en nuestros reproductores. Solamente con el tiempo y a medida que los fracasos se van sucediendo, irán tomando conciencia de su realidad, Lo opuesto también puede acontecer. ¿Cuántos animales de gran calidad no fueron destinados a la reproducción por equivocarse a la hora de evaluar sus cualidades? Debemos dar varias chances a nuestros pupilos para evitar el error de una evaluación apresurada. Espíritu desapasionado, observación consiente y minuciosa son virtudes que no le deberán faltar a cualquier analista de gallos.
En cuanto a la constitución física, es mucho lo que dijimos anteriormente, si bien es cierto existen formas muy definidas de armonías que distinguen a un campeón a primera vista, para un buen “experto” eso no pasará desapercibido.
Sobre el concepto de “raza” o “clase” requisito muy cultivado en el pasado, cuando nuestros gallos traían en sus venas preponderantemente sangre indiana, mucho podrá ser dicho o exaltado. Ponderan los viejos gallistas que no existen más gallos finos como los antiguos indianos, sin embargo, no es tan así, aunque pocos, todavía existen gallos de casta poco común.
La premisa “donde hay pua no hay raza” y “donde hay raza no hay pua” ya perdió sustancia, pues donde hay espuela el gallo no llega a mostrar su raza, perder una riña no desacredita a nadie y muchos gallos pierden por nocaut técnico, sin piar, sin huir y en muchos casos con casta para proseguir la lucha, solo que las condiciones físicas no se lo permiten.
Con la llegada del Shamo japonés y la selección de gallos más veloces y heridores, la cuestión raza dejó de poseer la importancia que disfrutaba hace algunas décadas, ayudando a eso la reducción de los tiempos de combate.
Asimismo, un gallo de clase debe poseer otras aptitudes innatas de los auténticos campeones, como ser una inquebrantable voluntad de vencer, virtud muy apreciada por los gallistas veteranos y experimentados. Un gallo de fibra, jamás se rendirá sin reaccionar. Puede sufrir reveses momentáneos, mas los superará y pasará a ganar una lucha considerada aparentemente perdida. Tampoco dudará cuando su adversario Esté batido y rematará la riña con gran decisión, evitando mucha sveces la frustración de entablar una riña que parecía ganada.
Un gallo de riña sabe cómo luchar, nadie se lo va a enseñar, su instinto se encargará de eso. Del mismo modo, su resistencia, su disposición a la lucha, sus reacciones temperamentales, son innatas y espontaneas, son cosas que tampoco va a cambiar.
Apenas, con una buena preparación física esas cosas podrán ser perfeccionadas.
Es como un atleta, que con su entrenamiento busca llevar al máximo sus aptitudes físicas y mentales. De la misma manera su peso puede y debe ser controlado para evitar gorduras o exceso de delgadez.
Lo que debemos tener en mente es que durante una lucha existe una extraordinaria tensión en los sistemas musculares y nerviosos del ave. Esa tensión precede a un rápido y creciente embravecimiento del animal, que con el desarrollo de la disputa puede crecer o disminuir de acuerdo con su capacidad física, mental y orgánica. Todos estos puntos deben ser evaluados desapasionadamente, lo mismo que los cruzamientos tendrán que haber sido cuidadosamente planeados para poder depositar en ellos nuestra mayor confianza. No nos debemos de olvidar de que la plenitud muscular, la salud y vivacidad natural del animal constituye lo que llamamos el vigor físico y representa la fuente de toda su resistencia y fuerza, actuando al lado de su capacidad mental. Está claro que cuando semejantes cualidades son heredadas, pueden ser mejoradas, dándole al combatiente la oportunidad de gozar de los mejores métodos para alcanzar el máximo de rendimiento de sus atribvutos físicos y de su capacidad mental.
En conclusión, en el análisis de un gallo se deberán considerar todos estos detalles, que sumados a los que el analista ve y observa, le permitirán un correcto y criterioso juzgamiento de los animales, tanto del lado de sus performances, como por el lado genético. Lo cierto es que nadie podrá afirmar con seguridad “lo que un individuo será”, mas si “lo que podrá ser” utilizando lo pautado en procura de lo mejor en todos los sentidos.-
malacara- moderador
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