DE AQUELLOS VERICUETOS QUE TE BRINDA LA GLORIA…Y CÓMO NO, TAMBIÉN DE AQUELLAS ENCRUCIJADAS DE CUANDO TE LA QUITAN…
Página 1 de 1.
DE AQUELLOS VERICUETOS QUE TE BRINDA LA GLORIA…Y CÓMO NO, TAMBIÉN DE AQUELLAS ENCRUCIJADAS DE CUANDO TE LA QUITAN…
DE AQUELLOS VERICUETOS QUE TE BRINDA LA GLORIA…Y CÓMO NO, TAMBIÉN DE AQUELLAS ENCRUCIJADAS DE CUANDO TE LA QUITAN…
De Enrique Meneses Carrillo
Navajafiluda
En alguna ocasión cuando conversaba con mi gran amigo José Antonio Kuan Lambrusquini, sentados en la rústica mesa del galpón de su hermano Roberto, él me expresó una reflexión: “…uno tiene que ser cronista de la actualidad del gallo de pelea, no del pasado que ya está, que ya aconteció…”. Luego de algunos meses de dicha conversación, retrotraigo dicha meditación y producto del mismo análisis, logro entender la importancia de su manifiesto; pero a su vez, al cavilar sobre estas palabras, también me obliga a meditar sobre las sentidas expresiones de aquel niño torero que a forja de empeño y valor , que con el paso de los años se fue transfigurando en “Maestro” de la tauromaquia, me refiero a Julián López “El Juli”, que fue en uno de esos momentos de vicisitudes que él expresó:” …los toros te dan toda la gloria y también te la quitan…”, así fue que conjugué ambos sentimientos y concluí que seguramente hoy en día nada se puede comparar a aquellas épocas gloriosas en que el gallo navajero peruano y su crianza fueron un crisol de grandes SEÑORES y de EXTRAORDINARIOS ejemplares que cubrieron muchas páginas de la historia gallística nacional, pero que también en la actualidad se están escribiendo sendos acontecimientos dignos de resaltar.
Porque es así, “…los gallos te dan la gloria y así como te la dan claro que también te la quitan…”, a cuántos hombres que dedicaron su vida a este noble deporte se les ha coronado con el reconocimiento y la admiración, no solo por los logros alcanzados con sus singulares ejemplares, sino y en mayor grado, por sus dones como personas honorables y amigos entrañables, que siempre prodigaron lo mejor de la catadura que todo hombre debe poseer en cada acto y en cada expresión; más en este difícil medio de la crianza y la competencia del gallo de combate, donde uno vale más por lo que se es como persona, que por los logros que uno pueda atesorar. Hoy lamentablemente basta con ver la actualidad gallera donde le hemos dado la espalda a la gloriosa época de antaño, donde ya nadie se acuerda de la esencia que enmarcó esta digna fiesta, donde se ha abandonado producto de la decidía ese respeto, esa admiración por el gallo de combate y se ha dado paso preponderante a la vulgaridad, a la chabacanería y a la timba.
En la larga trayectoria de la vida humana, son muy pocos los privilegiados que se han alzado con la corona imperecedera de la gloria, y en razón de lo expresado por el artista del encaste, la gloria alcanzada no será perdurable, ya que ese tesoro es tan efímero que muchas veces ni siquiera se logra saborear algo del dulce néctar que la compone; porque hoy los gallos te pueden demostrar en la cancha un valor extraordinario y arrancar del público presente una tremenda algarabía, enmarcados en numerosos aplausos y vítores aterciopelados en halagos y felicitaciones, pero mañana por más que ha la divina suerte le hayamos erigido pingues montañas de ofrendas, iluminadas con las velas de la ilusión y seguramente arropadas con santos y beatas milagrosas, nada asegura que en una tarde la gloria que te dieron los gallos, en un instante se desvanezca así como se extingue la vida de los bravos guerreros en la arena.
Fue en los pasajes oscuros de los galpones de “Mamacona”, cuando se escuchó el pronunciamiento del experimentado criador que sentenció con voz segura: “…ahora vamos a jugar a “Solazo” y con él definimos la victoria del campeonato…”; esa tarde se presentó algo más que reñida cada pelea, ya que el mérito de haber logrado lidiar la pelea definitoria, había cobrado ya la vida de cuatro valerosos gallos, que inmolaron su existencia en aras de la divisa y permitieron que el renombrado gallo “Solazo” pudiera dar el puntillazo final y cobrara la venganza por las vidas de aquellos valiosos ejemplares que lo habían antecedido en la arena. Pero la gloria, que ya coronaba las blancas cienes de su afamado criador, ese día saborearía el amargo sabor de la desilusión con tamaño acto, que nadie siquiera pudo imaginar que acontecería esa tarde.
Todo estaba listo para definir el campeonato en una pelea que acusaba la participación de dos renombrados criadores, que a la sazón del momento harían coincidir en la arena a sus dos mejores ejemplares. Se adelantó el contendor y cubriendo sus verdaderas intenciones, se presentó ataviado con el manto tradicional en la cancha con un ademán desafiante esperando con los dientes apretados a que se presentaran los antagonistas con el famoso gallo que todos conocían como “Solazo”.
Pero errar es de humanos y perdonar son de divinos, reza el refrán; quiso el destino y el infortunio que ese día, en un acto de confianza suprema, se encargara el traer y presentar al afamado gallo a uno de los menores hijos del veterano Criador, encomienda harto difícil y responsabilidad mayúscula para un novel, que haciendo caso omiso al mandato del padre, cambió la suerte seguramente impulsado por el tremendo cariño hacia el afamado gallo y en vez de sacar a lidiar con su suerte vital al renombrado “Solazo”, sacó a un pollón que en su no dilatada experiencia, creyó daría la talla para tan decisivo encargo; fue así que la cólera no podía ser contenida en el pecho del experimentado Criador al ver torcida su suerte, y ser testigo de excepción de contemplar a un inmaduro muchacho tirar traba de la pata de un pollón que por su corta edad acusaba el nerviosismo propio de aquel que aun estaba verde para tamaño acontecimiento.
Como era de esperar, el gallo contendor hizo de su suerte la gloria suprema, ya que ganó la pelea de manera tan fácil que la desazón y el desconcierto eran más que evidentes entre el público presente que se quedó con la miel entre los labios de no haber podido presenciar tan épica contienda ya anunciada con antelación.
“…los gallos te dan la gloria y así como te la dan, claro que también te la quitan…”. Al día siguiente de tan amarga experiencia, el veterano criador definió un “campeonato consuelo” con el famoso “Solazo”, que cuentan los que tuvieron la suerte de estar allí presentes, que en el galpón contrario mandaron a traer un gallo que contaba ya con más de tres muertes en su haber además de fungir de flamante padrillo en el corral de su no menos famoso dueño; pero “Solazo” hizo de la muerte algo tan simple, que no necesitó casi nada para acabar de manera estrepitosa con su tan mentado antagonista. Aun quedan las huellas impregnadas en las paredes del coliseo de tan atronador crimen y de los frenéticos asistentes que luego de la pelea se agolparon en turba y se abalanzaron sobre el veterano criador para solicitarle en venta por el famoso “Solazo”, cometido que nadie logró ya que el dilecto gallo terminó sus días en el galpón siendo “jefe de raza” concibiendo ejemplares extraordinarios también.
Porque “…los gallos te dan la gloria y así como te la dan, claro que también te la quitan…”, fue allí esa tarde en “Mamacona”, ese fue el único gran campeonato que el veterano Criador jamás logró ganar y ese día tuvo la única oportunidad para alzarse con dicho trofeo, teniendo en la manga un “as” llamado “Solazo”, pero que por esos vericuetos que te brinda la gloria, no lo pudo lograr, y solo le quedó la sensación de que a veces existen aquellas encrucijadas que en un solo instante te arrancan de las manos la tan anhelada gloria.
Un gran abrazo a todos…!!!
De Enrique Meneses Carrillo
Navajafiluda
En alguna ocasión cuando conversaba con mi gran amigo José Antonio Kuan Lambrusquini, sentados en la rústica mesa del galpón de su hermano Roberto, él me expresó una reflexión: “…uno tiene que ser cronista de la actualidad del gallo de pelea, no del pasado que ya está, que ya aconteció…”. Luego de algunos meses de dicha conversación, retrotraigo dicha meditación y producto del mismo análisis, logro entender la importancia de su manifiesto; pero a su vez, al cavilar sobre estas palabras, también me obliga a meditar sobre las sentidas expresiones de aquel niño torero que a forja de empeño y valor , que con el paso de los años se fue transfigurando en “Maestro” de la tauromaquia, me refiero a Julián López “El Juli”, que fue en uno de esos momentos de vicisitudes que él expresó:” …los toros te dan toda la gloria y también te la quitan…”, así fue que conjugué ambos sentimientos y concluí que seguramente hoy en día nada se puede comparar a aquellas épocas gloriosas en que el gallo navajero peruano y su crianza fueron un crisol de grandes SEÑORES y de EXTRAORDINARIOS ejemplares que cubrieron muchas páginas de la historia gallística nacional, pero que también en la actualidad se están escribiendo sendos acontecimientos dignos de resaltar.
Porque es así, “…los gallos te dan la gloria y así como te la dan claro que también te la quitan…”, a cuántos hombres que dedicaron su vida a este noble deporte se les ha coronado con el reconocimiento y la admiración, no solo por los logros alcanzados con sus singulares ejemplares, sino y en mayor grado, por sus dones como personas honorables y amigos entrañables, que siempre prodigaron lo mejor de la catadura que todo hombre debe poseer en cada acto y en cada expresión; más en este difícil medio de la crianza y la competencia del gallo de combate, donde uno vale más por lo que se es como persona, que por los logros que uno pueda atesorar. Hoy lamentablemente basta con ver la actualidad gallera donde le hemos dado la espalda a la gloriosa época de antaño, donde ya nadie se acuerda de la esencia que enmarcó esta digna fiesta, donde se ha abandonado producto de la decidía ese respeto, esa admiración por el gallo de combate y se ha dado paso preponderante a la vulgaridad, a la chabacanería y a la timba.
En la larga trayectoria de la vida humana, son muy pocos los privilegiados que se han alzado con la corona imperecedera de la gloria, y en razón de lo expresado por el artista del encaste, la gloria alcanzada no será perdurable, ya que ese tesoro es tan efímero que muchas veces ni siquiera se logra saborear algo del dulce néctar que la compone; porque hoy los gallos te pueden demostrar en la cancha un valor extraordinario y arrancar del público presente una tremenda algarabía, enmarcados en numerosos aplausos y vítores aterciopelados en halagos y felicitaciones, pero mañana por más que ha la divina suerte le hayamos erigido pingues montañas de ofrendas, iluminadas con las velas de la ilusión y seguramente arropadas con santos y beatas milagrosas, nada asegura que en una tarde la gloria que te dieron los gallos, en un instante se desvanezca así como se extingue la vida de los bravos guerreros en la arena.
Fue en los pasajes oscuros de los galpones de “Mamacona”, cuando se escuchó el pronunciamiento del experimentado criador que sentenció con voz segura: “…ahora vamos a jugar a “Solazo” y con él definimos la victoria del campeonato…”; esa tarde se presentó algo más que reñida cada pelea, ya que el mérito de haber logrado lidiar la pelea definitoria, había cobrado ya la vida de cuatro valerosos gallos, que inmolaron su existencia en aras de la divisa y permitieron que el renombrado gallo “Solazo” pudiera dar el puntillazo final y cobrara la venganza por las vidas de aquellos valiosos ejemplares que lo habían antecedido en la arena. Pero la gloria, que ya coronaba las blancas cienes de su afamado criador, ese día saborearía el amargo sabor de la desilusión con tamaño acto, que nadie siquiera pudo imaginar que acontecería esa tarde.
Todo estaba listo para definir el campeonato en una pelea que acusaba la participación de dos renombrados criadores, que a la sazón del momento harían coincidir en la arena a sus dos mejores ejemplares. Se adelantó el contendor y cubriendo sus verdaderas intenciones, se presentó ataviado con el manto tradicional en la cancha con un ademán desafiante esperando con los dientes apretados a que se presentaran los antagonistas con el famoso gallo que todos conocían como “Solazo”.
Pero errar es de humanos y perdonar son de divinos, reza el refrán; quiso el destino y el infortunio que ese día, en un acto de confianza suprema, se encargara el traer y presentar al afamado gallo a uno de los menores hijos del veterano Criador, encomienda harto difícil y responsabilidad mayúscula para un novel, que haciendo caso omiso al mandato del padre, cambió la suerte seguramente impulsado por el tremendo cariño hacia el afamado gallo y en vez de sacar a lidiar con su suerte vital al renombrado “Solazo”, sacó a un pollón que en su no dilatada experiencia, creyó daría la talla para tan decisivo encargo; fue así que la cólera no podía ser contenida en el pecho del experimentado Criador al ver torcida su suerte, y ser testigo de excepción de contemplar a un inmaduro muchacho tirar traba de la pata de un pollón que por su corta edad acusaba el nerviosismo propio de aquel que aun estaba verde para tamaño acontecimiento.
Como era de esperar, el gallo contendor hizo de su suerte la gloria suprema, ya que ganó la pelea de manera tan fácil que la desazón y el desconcierto eran más que evidentes entre el público presente que se quedó con la miel entre los labios de no haber podido presenciar tan épica contienda ya anunciada con antelación.
“…los gallos te dan la gloria y así como te la dan, claro que también te la quitan…”. Al día siguiente de tan amarga experiencia, el veterano criador definió un “campeonato consuelo” con el famoso “Solazo”, que cuentan los que tuvieron la suerte de estar allí presentes, que en el galpón contrario mandaron a traer un gallo que contaba ya con más de tres muertes en su haber además de fungir de flamante padrillo en el corral de su no menos famoso dueño; pero “Solazo” hizo de la muerte algo tan simple, que no necesitó casi nada para acabar de manera estrepitosa con su tan mentado antagonista. Aun quedan las huellas impregnadas en las paredes del coliseo de tan atronador crimen y de los frenéticos asistentes que luego de la pelea se agolparon en turba y se abalanzaron sobre el veterano criador para solicitarle en venta por el famoso “Solazo”, cometido que nadie logró ya que el dilecto gallo terminó sus días en el galpón siendo “jefe de raza” concibiendo ejemplares extraordinarios también.
Porque “…los gallos te dan la gloria y así como te la dan, claro que también te la quitan…”, fue allí esa tarde en “Mamacona”, ese fue el único gran campeonato que el veterano Criador jamás logró ganar y ese día tuvo la única oportunidad para alzarse con dicho trofeo, teniendo en la manga un “as” llamado “Solazo”, pero que por esos vericuetos que te brinda la gloria, no lo pudo lograr, y solo le quedó la sensación de que a veces existen aquellas encrucijadas que en un solo instante te arrancan de las manos la tan anhelada gloria.
Un gran abrazo a todos…!!!
Navajafiluda- Cantidad de envíos : 10
Fecha de inscripción : 04/07/2012
Temas similares
» Red Junglefowl también tiene lóbulos de las orejas rojas
» me gustaria saver qe producto le echais al gallo cuando se descresta pa qe deje de sangrar
» como federarse
» como salbar un ojo tocado
» como pelar un gallo
» me gustaria saver qe producto le echais al gallo cuando se descresta pa qe deje de sangrar
» como federarse
» como salbar un ojo tocado
» como pelar un gallo
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Nov 08, 2023 11:35 pm por xsuciax
» Holaaaaaaaaaaaaaaaaa Le Hablamos de la tienda de Nutricion !!
Miér Nov 08, 2023 11:32 pm por xsuciax
» Paginas de interes para galleros
Sáb Ago 12, 2023 2:20 pm por Admin
» Gallos@ finos
Sáb Nov 05, 2022 8:41 pm por Mateo1
» Video que jaulas hay que usar?
Jue Oct 13, 2022 10:58 pm por Admin
» pollos de 2 meses peleandose
Miér Jun 02, 2021 6:52 pm por Admin
» Dudas sobre cruce!
Miér Jun 02, 2021 6:43 pm por Admin
» probando pollos
Miér Jun 02, 2021 6:40 pm por Admin
» tengo dudas sobre el sexo de un pollito
Miér Jun 02, 2021 6:34 pm por Admin